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Abstracciones // Rafael Peñalver

Hacia 1939, la abstracción se había establecido como una tradición alternativa en pintura y escultura, pero no había conseguido llegar a un público más amplio. En las décadas de después de la II Guerra Mundial, surgió un modelo diferente. A medida que pasaban los años el abstracto se legitimaba, pero también se fragmentaba en muchos estilos distintos, como el expresionismo abstracto o el informalismo, y conceptualmente se apoyaba en diversas intenciones artísticas: místicas, liberadoras del subconsciente, analíticas y experimentales.

   El arte abstracto, al formularse únicamente en términos plásticos, ha ayudado a comprender la forma por encima de cualquier otra valoración, enseñándonos que una composición no es buena o mala en función del tema, sino en función de la perfecta adecuación plástica al contenido. El arte abstracto consigue el máximo de depuración pictórica al formularnos ideas a través de formas puramente plásticas. Hay que huir, pues, de la experimentación de un placer estético en función de si el tema coincide o no con nuestro gusto. Un primer estadio de placer estético sensorial tiene muy en cuenta este gusto y se expresa en términos de aceptación o rechazo; en cambio, en un segundo momento, el de placer estático intelectual, se consigue una valoración mucho más enriquecedora y verdadera.

La percepción visual de la obra de arte pictórica ha de tener en cuenta la forma cómo significación. Diversos autores han incidido en este punto. Se habla de la vida de las formas, espíritu de las formas, contenido de las formas, significado de las formas y otras muchas afirmaciones que hacen girar sobre lo formal la base de la obra de arte.  Las formas en sí tienen un significado, haciendo variar la comprensión del cuadro. El pintor, a través de la composición, nos introduce en el tema de diversas maneras haciéndonos ver lo que no hay en realidad. Según como exprese la composición, su significado variará. La elección del instante de un devenir y su fijación en un momento, presupone una toma de posición ideológica, al igual que el cómo se plasma este instante, este momento.

  Estas consideraciones nos llevan a la constatación de la no existencia de una igualdad realidad-representación. La pintura se convierte así en una realidad nueva: la realidad plástica, con su propio lenguaje y su propia vida interna. Y este lenguaje lo podemos fijar a lo largo de la Historia del Arte en conceptos antagónicos: Especulación / Decorativismo; Contención / Expresividad; Clasicismo / Barroco; Lineal/Pictórico … son tomas de posición que explican diversas posturas artísticas.

Rafael Peñalver

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