
CONTRA-ARCHIVO MARICA
Habitar la disidencia / Okupar imaginarios
Exposición /// 14 Mayo – 13 Julio
Contra-Archivo Marica surge con la intención de activar un archivo fotográfico que ha permanecido dormido durante treinta años. Para entender el marco en el que Nacho Goytre (Madrid, 1974) realizó estas fotografías, debemos remontarnos al Madrid de los noventa.
En 1996, lo punk, lo marginal y lo marica, encuentran su identidad visual en una sesión fotográfica hecha en la azotea de una casa de alquiler en el barrio de Lavapiés: Madrid en el horizonte, pintura puesta sobre los cuerpos con las propias manos y dos martillos utilizados para representar al socialismo a falta de una hoz.
La mayoría de las fotografías que componen esta muestra son de carácter inédito: solo unas pocas formaron parte de El sexo de un anarquista (1996), un fanzine con una tirada de cien ejemplares. Esta publicación autoeditada incluyó un texto introductorio de Ricardo Llamas y Paco Vidarte, quienes eran miembros de La Radical Gai, al igual que los activistas que performaron como modelos: Mario Caballero y Fran Palacio, quien tuvo la idea original del proyecto.
El sexo de un anarquista fue publicado para cuestionar a todo un movimiento de izquierdas, o como mencionaban Vidarte y Llamas en el texto del fanzine: para incitar a “untar de lubricante los oxidados goznes de la maquinaria transformadora”, a untar de sangre transmaricabollo la lucha del proletariado.
Para contextualizar, La Radical Gai (1991-1997) fue un grupo activista madrileño surgido en un momento en que el movimiento okupa y las proclamas antimilitaristas comenzaban a tomar mayor fuerza. Los miembros de La Radi buscaban nuevas formas de hacer política, de visibilizar los cuerpos y exponer las sexualidades. Pretendían ocupar otros espacios de lucha donde las maricas, las bolleras o las trans también tuvieran lugar, como las huelgas de trabajadores o las movilizaciones antifascistas, reivindicando que “soy marica, pero también obrera” o “soy marica, pero también antifa”.
Desde la marginalidad de un colectivo que luchaba contra la estigmatización en medio de la crisis del sida, nacía una rebeldía ante los propios, ante esos compañeros y compañeras de militancia de izquierdas que relegaban la lucha LGTB+ a un segundo plano. En este contexto,
las fotografías funcionan como metáfora de una política de penetración queer frente a una izquierda homófoba –o pasiva– ante la reivindicación de identidades diversas.
Contra-Archivo Marica activa el archivo fotográfico original utilizado para El sexo de un anarquista, incluyendo las imágenes que quedaron fuera de la publicación.
Desde los tejados de Madrid asoman culos insumisos, rebeldes, disidentes, precarios. Culos (también) de izquierdas, anarquistas y okupas. Cuerpos maricas insubordinados a la representación hegemónica de la virilidad del guerrillero o la del obrero sindicado que llama a la huelga general.
Los cuerpos como trinchera y la identidad de género como espacio de conflicto, reflejan a una parte del colectivo LGTB+ que estaba siendo marginado en sus propios espacios de militancia. Desde el barrio de Lavapiés explota como una granada de mano el mensaje subversivo hacia la heteronorma. Las esquirlas, treinta años después, son desenterradas para activar un archivo que se encuentra más vigente que nunca.
Comisariado
Lucía Simón Montenegro



