Aventarme de lleno a la locura y poder salir no sólo ilesa sino más lúcida, más cuerda.
Qué mejor que zambullirme en los temas prohibidos, perversos, censurados, señalados; para hacerme fuerte frente al camino del tiempo que me conduce a la destrucción de mi vitalidad, de mi encanto, de mi lucidez, de mi belleza, de mi fuerza.
El sexo, las drogas, las filias, el dolor, la escatología…
Arrancar a rasguños y jalones la máscara de esta gran mentira que ha creado el hombre, esta podrida forma de comunicarse unos con otros. Asqueada de la mentira cotidiana, de la aceptación de la hipocresía como pasaporte.
Me vomito sobre todos, me cago en sus jetas, los asusto y los hago sufrir, los pongo en jaque.
Soy francamente dichosa cuando logro enmudecer a los que miran o escuchan o sienten lo que hago. Feliz de borrar sus estúpidas sonrisas de comercial, de tirarlos de sus baratos andamiajes y verlos caer y revolcarse en el vacío sin saber de dónde agarrarse, no les enseñaron este juego.
Electroshocks que aplico a las mentes dormidas, alienadas, que esperan que los divierta, que ilusamente cortejan con el cosquilleo del morbo y terminan apaleados, rebasados, mudos idiotas.
La neta como bofetada, eso es el performance.
Rocío Boliver
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