La música es tiempo pero no es espacio.
¿Y si la música fuera espacio?
Imagina que pudieras vagar dentro de una canción descubriendo los diferentes instrumentos, caminado entre los acordes, descomponiendo las armonías, sólo caminando en su interior. Geometrías armónicas es una instalación sonora en la que la música adquiere una dimensión espacial.
“La causa del aspecto misterioso que tiene la creación musical en comparación con la de las demás artes, está en que la música es un arte abstracto. La música realiza, como arte, en el tiempo, lo que hace la geometría, como ciencia, en el espacio.”
“Los grandes problemas de la música”, de Jaime Pahissa.
Somos Sara Palomar y Víctor Díaz, arquitectos madrileños. Después de trabajar en estudios locales, europeos y durante casi 2 años en el sudeste asiático, realizamos nuestra primera instalación sonora en noviembre del 2014 en Vietnam.
Cuando visitamos una obra arquitectónica, tiempo y espacio van de la mano. No es posible apreciarlo todo desde un mismo lugar, es necesario recorrerlo, pararse y contemplar los distintos elementos que llaman nuestra atención. Nos movemos a velocidad variable, interactuamos con el espacio, escogemos nuestro propio camino. Cada persona habita este lugar de forma personal y diferente.
A diferencia de la arquitectura, la música no es espacio. Escuchemos un disco en casa o un concierto en un auditorio, la música es estática. No hay necesidad de moverse, ya que desde un solo punto se escucha la totalidad de la obra. El funcionamiento de una representación musical no requiere esa exploración que surge en una obra arquitectónica.
En este proyecto la música deja de ser estática. El visitante tendrá que moverse y explorar la obra musical. Materializando la música y descomponiéndola en diferentes fuentes sonoras, podemos pasearnos por el interior de la obra.
Tras la primera instalación, Harmosphere, en Hanoi, este es el segundo experimento, resultado de la línea abierta de investigación en la que la interacción entre espacio y música pretende generar nuevas lecturas del lugar.
En este caso las ondas sonoras de la composición invaden la Neomudéjar creando geometrías musicales.
La composición pretende generar un diálogo entre el visitante y la historia del lugar que habita a través de su música.