
Fernando Suárez
LABERINTOS TRANSVERSALES DE LAS URBES IMPOSIBLES
4 JUN – 7 SEP
El imaginario imposible de las nuevas urbes de Fernando Suárez Reguera, asienta las teorías del colapso con una traslación escultórica en la interpelación de la problemática de un futurible, sustentado por las derivas capitalistas. Probablemente estemos viviendo el final de un ciclo, y todo apunta a que un nuevo orden se acerca. Las estructuras sociales y las tramas urbanas, amenazan con la deriva de lo que el artista llama aldeas conectadas.
Un nuevo posicionamiento donde los diversos agentes que pueden operar en el colapso, reglamenten una nueva sociedad. Cuestionamientos críticos que imponen una reflexión profunda en lo que el orden establecido pasa por la destrucción de lo humano y la implantación del posthumanismo como un hallazgo irreversible. Es una visión la del escultor que atiende a las señales inequívocas que ya Timothy Morton o Peter Sloterdijk anticiparon en la reflexión sobre la «domesticación» del ser humano y cómo la tecnología puede ser tanto un medio de liberación como de control. La obra de Suárez atiende no solo al imaginario político del control en obras como atasco global, sino que nos invita a imaginar una nueva arquitectura, una estructura que reclama para sus aldeas conectadas, como un regreso a una sostenibilidad, que por momentos pareciera primigenia, y por otros post-tecnológica que evoca las teorías de Donna Haraway.
La nueva edad del hierro, atiende a las corrientes de los neoprimitivismos donde la obra de Suarez Reguera interpela a un posthumanismo donde el espacio, la mitología del Ícaro o las políticas de control que fueran anticipadas en la magnánima novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, anticípala un destino que cada día es más un presente cotidiano con la idiotización de las masas y el control de la tecnología sobre el individuo.
La censura, el control militar o policial, obras como “La frontera de hierro” que ya nos sitúa en antecedentes de como las sociedades de los oligarcas, blindan territorios y crean marcos censores contra las protestas o las migraciones. Imprescindible reflexionar sobre los nuevos mercados, una poética en sus obras que evocan una mirada neo-orientalista donde el gigante asiático, esta reflejado en su obra “mercado fluvial”.
“Laberintos transversales de las urbes imposibles”, es un alegato escultórico a un posicionamiento nuevo para la escultura, un orden del material que confronta pasado y futuro, que revisa los márgenes de lo subjetivo y nos posiciona ante un devenir incierto y peligroso para la vida tal y como la hemos conocido. La alerta esta en obras como “desiguales” o “tensando” que dan razón de un contexto social en el que vivimos y que nos invita a reflexionar sobre si este es el futuro real en el que queremos evolucionar.
Por otro lado un alegato con las obras como “Hombre Raíces” o “hombre árbol” brindan una esperanza que esta en la reconecxión con la naturaleza, la fuerza del origen y el estado primigenio de la humanidad. Dentro del Post-futurismo, la imaginación del escultor se dispara y nos invita a imaginar una nueva era donde tras la hecatombe, los insectos serán los únicos habitantes de este planeta.
La atmósfera de decadencia industrial que impregna cada rincón del Museo La Neomudéjar, con sus muros que narran silenciosamente el paso del tiempo y sus estructuras que evocan un pasado de producción y transformación, potencia de manera visceral esta sensación de tránsito y desolación. Como señaló Theodor Adorno en su Teoría Estética, la obra de arte auténtica «se enfrenta a la realidad de la que procede, no para embellecerla, sino para hacer visible su carácter contradictorio». En este sentido, el entorno del museo no solo acoge las esculturas, sino que dialoga activamente con ellas, amplificando su discurso.


