
No hay mas ciego que el que no quiere ver
MARISA CAICHIOLO
5 MARZO – 25 MAYO
La exhibición individual de Marisa Caichiolo «No hay más ciego que el que no quiere ver» presenta una profunda exploración de la memoria, la pérdida y la resiliencia a través de su distintivo uso del bordado y materiales simbólicos, como el cabello de la artista.
Bajo el comisariado de Francisco Brives se presentará en el Museo La Neomudéjar, entrelazando narrativas personales y colectivas. Abordando los dolorosos legados de las desapariciones forzadas debido a diversas formas de violencia, incluidos el terrorismo y desastres naturales.
El bordado, un medio que Caichiolo ha utilizado durante más de dos décadas, sirve como una declaración artística y política. Al fusionar textiles bordados con Braille, objetos y video, invita a los espectadores a involucrarse con las historias ocultas de aquellos que han sufrido. El uso del código Braille resalta el concepto de que la verdadera comprensión a menudo requiere una visión más profunda más allá de la superficie.
La afirmación de Caichiolo de que «no hay más ciego que el que no quiere ver» enfatiza la importancia de la empatía y la necesidad de reconocer verdades incómodas en nuestra historia colectiva. En un toque particularmente personal, Caichiolo incorpora ropa, fotografías antiguas y cabello humano envuelto en ramas quemadas para simbolizar el hogar y las conexiones íntimas que a él se vinculan.
Dentro de este recorrido de instalaciones y videos se inspira en sus propias experiencias con los incendios forestales en California, evocando el profundo sentido de pérdida que acompaña dejar atrás espacios familiares.
La obra sirve como un tributo a las víctimas de la pérdida, especialmente en el reciente y apocaliptico incendio de Los Angeles hace apenas unas semanas reflejando la resiliencia del espíritu humano ante la adversidad.
Al evitar la dramatización excesiva, el trabajo de Caichiolo fomenta una comprensión matizada de la pérdida y la recuperación. Las casas y vestidos quemados se convierten en metáforas de la identidad y el legado, particularmente para las mujeres que han soportado las devastaciones del fuego y el conflicto.
La exposición, en última instancia, se posiciona como un recordatorio conmovedor de la interconexión del trauma personal y colectivo, instando a los espectadores a reflexionar sobre sus propias experiencias de pérdida y las implicaciones más amplias para la justicia y la memoria.